¿Cómo se celebra el Día de Muertos en México? una tradición muy viva
Aunque se celebra en varios países de América Latina, es en México donde el Día de Muertos cobra una magnitud que no tiene comparación con ninguna otra parte del mundo. ¿Por qué se celebra? Para honrar a quienes ya partieron con una gran festividad, ese es el espíritu. Si bien los tributos se rinden el 1º y 2 de noviembre, tales son las fechas que figuran en el calendario, los festejos ya comienzan en las jornadas previas con gigantescos desfiles que son una fuerte atracción turística en la Ciudad de México.
Se trata de una festividad que nada tiene que ver con el tradicional Día de Brujas que se celebra en los pueblos sajones, pese a que las fechas son casi coincidentes.
El Día de Muertos tiene una profunda raigambre en México y en algunos países de América Central. La Unesco declaró dicha festividad en la capital mexicana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. También coinciden con dos celebraciones católicas: el Día de todos los santos (1º de noviembre) y el Día de los fieles difuntos (2 de noviembre).
Para esta fecha se genera una enorme expectativa turística en las principales ciudades mexicanas, ya que cada una tiene su propia celebración para conmemorar a los difuntos. Pero es en México DF donde mayor atención se genera. Se calcula que la capital del país congrega a dos millones de personas por año para estas celebraciones.
La primera estación de las festividades en el DF mexicano es el Pregón y Desfile de Alebrijes, que suele comenzar en El Zócalo, la plaza principal de la capital, y desde allí los participantes caminan por las calles más emblemáticas del centro histórico de la ciudad. Los alebrijes son grandes figuras que funden diferentes animales en un solo cuerpo, símbolo del colorido y representantes de la exuberante biodiversidad en la fauna autóctona, se explica en el sitio oficial de las festividades. Una vez terminado el desfile, quedan en exposición en el Paseo de la Reforma hasta la finalización de los festejos, a mediados de noviembre.
Luego llegan la Bienvenida a los festejos y la inauguración de la Mega Ofrenda, que se hereda de la cultura azteca. En El Zócalo, se van dejando elementos que tengan un significado especial para contribuir al viaje de ida y vuelta de los muertos que regresan al mundo de los vivos para estar una vez más, cada año, con sus seres queridos.
El siguiente paso es la Procesión de Catrinas, donde hay un desfile de miles de personas con sus caras caricaturizadas con detalles de calaveras, en homenaje a La Catrina, también llamada La Calavera Garbancera.
El Desfile del Día de Muertos
El Desfile Internacional de los Muertos es la próxima estación, un hito que es de reciente aparición y que tiene su origen más en Hollywood que en la cultura ancestral mexicana. Comenzó oficialmente en 2016, para darle continuidad a una convocatoria a un desfile masivo por las calles del centro histórico que el año anterior habían hecho los responsables de la película Spectre, de la saga de James Bond.
El 2 de noviembre es, como lo marca el calendario, la gran jornada, con el Día de Muertos en todo su esplendor y un desfile excepcional, con carrozas alegóricas, comparsas y bandas de música. Es el corolario de un calendario que luego sigue con el Festival de Flores en el Centro Histórico, y la clausura de las festividades, a mediados de noviembre.
El altar y las ofrendas para el Día de Muertos
Para que la celebración sea completa, en el lugar elegido para rendirles tributo a los difuntos queridos se tiene que erigir un altar de muertos y allí colocar una serie de ofrendas que, en la tradición, serán recibidas por los homenajeados.
El altar puede tener uno o dos pisos y de esa forma representar sólo la Tierra, el Cielo y el Purgatorio. Pero hay quienes los construyen de siete pisos para graficar las etapas por las que el alma debe atravesar en el camino hacia el Inframundo.
Se acostumbra armarlo durante la noche del 31 de octubre para recibir a las almas de los niños que llegan el 1º de noviembre; el 2 de noviembre llegan los adultos, por lo que las ofrendas se deben mantener hasta el 3 de noviembre.
Entre los elementos que sí o sí deben figurar, hay dos flores: el cempasúchil, que ayuda a los muertos a encontrar el camino hacia la ofrenda gracias a su olor y color; y la de terciopelo, que simboliza el duelo por la pérdida.
Una fotografía del difunto homenajeado es parte fundamental del altar, como también sus comidas y bebidas favoritas, ya que de esa forma se lo hará sentir confortable, como si estuviera en su casa. Y para agasajar a los niños se tienen que poner dulces.
Como símbolo cristiano se coloca una cruz. También se dispone un petate que sirve como un lugar de descanso a tus difuntos y para colocar los alimentos de la ofrenda.
Debe haber velas blancas para graficar la pureza de los difuntos y también como guía para que las almas en el camino de hacia la casa y en el regreso al más allá después del tributo.
Con el incienso se ahuyentan a los malos espíritus, mientras que con el confeti, además de darle colorido a la ofrenda, se representa el aire y es uno de los elementos que siempre deben figurar en el altar.
La sal evita que el alma se corrompa en su regreso al Inframundo y pueda volver a la Tierra el año siguiente. También tiene que haber un pan de muerto, que representa a los difuntos, y golletes, que son parecidos una dona y de color rojo dado que simbolizan los cráneos y sangre de los enemigos vencidos.
Las calaveritas de azúcar tienen que llevar en la frente el nombre del difunto, ya que los representa. Y una vez terminada la celebración, se cree que las almas se alimentan de la esencia de estos objetos.
Los orígenes de la tradición
Rendirle tributo a la muerte es algo que surgió en la época precolombina. Según consta en el calendario civil azteca (o mexica), en sus 18 meses había al menos seis festejos anuales para los difuntos. El desembarco de los colonizadores europeos provocó que se fusionaran las celebraciones de ambas creencias para intentar atraer a los nativos ante la evangelización cristiana que importaban desde el Viejo Continente.
En efecto, existen registros de que la celebración del Día de Muertos es anterior a la llegada de los españoles, y que los llevaban adelante las etnias azteca, maya, purépecha y totonaca. Tanto que entre esos pueblos era común conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que se anclaban en la muerte y la reencarnación.
En aquellos tiempos se conmemoraba el noveno mes del calendario solar azteca, cerca del inicio de agosto, y se celebraba durante un mes completo. Según la mitología, las festividades eran encabezadas por la diosa Mictecacíhuatl, conocida como la “Dama de la Muerte” y esposa de Mictlantecuhtli, Señor de la tierra de los muertos. Las festividades eran dedicadas a la celebración de los niños y las vidas de parientes fallecidos.
¿Qué se celebra en específico?
Me he topado con muchos extranjeros que quizás conocen la festividad, pero nos saben en específico que se celebra o de qué manera. Creo que para verdaderamente entenderla, hay que vivirla, hay que sentirla, sin embargo acá te cuento un poco de qué es y cómo celebramos esta tradición en México:
El objetivo en realidad es, como lo he dicho, celebrar y honrar a la muerte y a nuestros difuntos. Creemos en que durante esos días, las almas de la gente que quisimos y que falleció, regresan a la tierra para poder pasar tiempo otra vez con nosotros, para que puedan volver a comer y beber aquellas cosas que les gustaban, que puedan volver por unos días para acompañarnos.
Creemos que nuestros muertos vuelven, y las familias nos reunimos para celebrar en grande esa visita y dar bienvenida a sus almas, que nos vienen a visitar. Para poder festejarlos, les ponemos altares, con símbolos y accesorios en específico para recibirlos con todo el amor del mundo, y poder convivir con sus almas una vez más.
Los altares y ofrendas.
Uno de los elementos más representativos de esta festividad, son sin duda, los altares con sus ofrendas para los fieles difuntos. El altar como tal, se vuelve una representación de la muerte y del fallecido en específico, ya que la mayoría de las veces se colocan de forma individual, para cada persona que murió.
Esto se realiza para poder colocar todos aquellos elementos de los que la persona que murió, era afín. Por ejemplo, se coloca aquella comida que le gustaba a esa persona, junto con alguna bebida que disfrutaba mucho. También es común colocar agua en todas las ofrendas, ya que se tiene la creencia que las almas vienen cansadas de venir desde el otro mundo, y encontrar agua calma su sed.
Hay muchos lugares en el país, en los que la tradición es más arraigada, y se colocan diferentes elementos dependiendo el día. Se empieza por colocar la imagen del fallecido junto con una veladora, su luz guiará a las almas para que sepan cómo llegar a la tierra y a su casa, los días siguientes se coloca fruta (generalmente de temporada) como mandarinas o guayabas, y para el primero de noviembre se coloca toda la comida que le gustaba al fallecido, tequila, mezcal, dulces, flores y el tradicional incienso, que tiene el propósito de guiar a los muertos.
Por tradición, los altares suelen tener niveles, y dependiendo las costumbres o creencias de cada familia o pueblo, pueden ser de dos, tres o hasta siete niveles. Cada nivel representa y significa algo en específico. Los más comunes, y que generalmente se colocan en la mayoría del país, son los de dos niveles que representan como tal la tierra y el cielo.
Los altares de tres niveles son característicos de ciertos pueblos del país (por ejemplo Huaquechula en el estado de Puebla). En estos, el primer nivel significa el mundo terrenal, aquí es dónde se coloca la fotografía del fallecido, su comida y bebida favorita, el segundo nivel representa el inframundo o el purgatorio para los católicos, y el tercer nivel significa la consagración celestial, en el que generalmente se coloca un cristo o imagen de algún santo que guiará el alma de la persona.
Las ofrendas de siete niveles, representan todos los pasos o fases por las que tiene que pasar el alma de la persona que murió para poder llegar a la cúspide de su descanso espiritual. Cada escalón de la ofrenda se cubre con papel picado (que representa la pureza y el duelo por sus colores), y artículos específicos como ángeles o sal.
En el nivel más alto se coloca la imagen de Cristo, en los siguientes 5 niveles se colocan diferentes elementos como el pan de muerto que se ofrece como alimento y consagración, frutas, platillos, fotografías y las tradicionales calaveritas de azúcar. En el séptimo nivel (a ras de piso) se coloca una cruz formada por flores, que representa el contacto con la tierra, y que sirve de guía para que el alma llegue a la ofrenda.
Hay muchos lugares en el país, en los que la gente literal abre sus casas, para que todos los visitantes que quieran pasar a ver la ofrenda, entren como si estuvieran en su casa. Son bienvenidos como si fueran de la familia, e incluso les brindan comida y bebida gratis; eso es algo que me sorprendió gratamente al darme cuenta de la bondad y humildad de la gente, que puede vivir en la total pobreza, pero que le brinda un plato de comida y una sonrisa a un completo desconocido.
Las flores.
Las flores tradicionales de esta época son sin duda, las flores de cempasúchil. Su hermoso color amarillo intenso y morado, caracterizan a estas flores, que se cosechan anualmente en específico para celebrar Día de Muertos. Cada año aproximadamente se utilizan dos millones de flores para la celebración.
Los aztecas también usaban este tipo de flor para sus rituales, altares y tumbas; las utilizaban porque creían que la flor guardaba los rayos del sol (por su color). La tradición dice que se esparcen cerca del altar para poder facilitar la llegada del alma de la persona que murió a la ofrenda, y no se pierda cuando venga a la tierra. Junto con las flores también se colocan veladoras, para que el trayecto sea más fácil para el alma del fallecido.
¿Por qué dos días de celebración?
1 y 2 de Noviembre de cada año ¿Por qué la celebración dura dos días? La realidad es que se hace una división en la que se celebra a diferentes grupos de personas que murieron.
El primero de noviembre se celebra a todos los niños (menores a 15 años) que murieron. El día dos noviembre, o comúnmente conocido como día de todos los santos, es en el que se festeja la llegada de todos los muertos adultos.
Incluso, los días previos también se celebra por ejemplo a las personas que murieron bajo circunstancias en específico, como ahogados o por un accidente.
La tradición marca que todas las almas llegan a la tierra el primero de noviembre (a las 12 de la tarde) y se van de este mundo el día dos de noviembre, generalmente a la misma hora.
La visita a los panteones.
Visitar a nuestros difuntos en los panteones, es también una de las actividades más tradicionales de Día de Muertos. El propósito es poder limpiar las tumbas, arreglarlas y ponerles flores a nuestros difuntos.
Generalmente el día 2 de noviembre es cuando más personas acuden a los panteones a visitar a sus muertos, y es una tradición en la que acude toda la familia. Incluso llevan música para festejar, y pueden pasan horas rezando.
Las catrinas.
Uno de los personajes que más se asocia con Día de Muertos alrededor del mundo, son sin duda las famosas catrinas. La figura como tal de la catrina, fue creada y concebida por el caricaturista José Guadalupe Posada en la época del Porfiriato en México (1910).
Durante esa época se empezaron a popularizar los textos y escritos en los que se criticaba la situación que vivía el país, y a la gente de clase privilegiada. Los escritos fueron acompañados de dibujos de calaveras y esqueletos, que de forma burlona, criticaban la hipocresía de la sociedad, que vestía ropas de gala o asistían a fiestas a las que solamente podía entrar “gente de alta sociedad”.
La palabra como tal de “catrina” se asoció por ende, a una dama elegante y que vestía bien. José Guadalupe Posada apuntó: "La muerte, es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera". Quiso destacar esta característica en sus dibujos, al hacer énfasis en que todos iban a acabar siendo huesos al final de su vida, sin importar su clase social.
Después, el pintor y muralista Diego Rivera, fue quien le dio el atuendo característico (con su estola de plumas y ropas vistosas) a la catrina que conocemos, y que podemos observar en la mayoría de las imágenes actualmente.
Hoy en día, las catrinas se han vuelto un elemento completamente popular, al llevarlo fuera de esas pinturas y murales, para convertirse en parte de la cultura mexicana para la celebración de Día de Muertos. Es cada vez más común verla plasmada en diferentes formas a lo largo del país, artesanías, joyería, parodias, y obviamente en la misma gente, que se viste de catrinas para festejar estos días.
Las calaveritas.
Al hablar de las famosas calaveritas, nos referimos a dos conceptos que se pueden dividir de la siguiente manera:
°Las calaveritas de azúcar.
Las tradicionales calaveritas de azúcar, son un elemento que se puede observar prácticamente en cualquier ofrenda de Día de Muertos. Éstas tienen su origen en “tzompantli”, un altar mesoamericano, que incluía una hilera de cráneos de personas que habían sido sacrificadas, y que en honor a los dioses, se ensartaban a través de perforaciones.
Con la llegada de los españoles, el ritual fue cambiando y los cráneos humanos fueron sustituidos por las calaveritas de azúcar que conocemos hoy en día. Las calaveritas se fabrican con una técnica, precisamente traída por los españoles, llamada Alfeñique, y que consiste en una especie de caramelo a base de azúcar, después se agregan detalles como los anillos en los ojos.
También se pueden elaborar de otros materiales como chocolate o amaranto, pero sin duda, las tradicionales son las de azúcar. Se suele poner el nombre de la persona que falleció o para quien está destina, en la parte superior de la calaverita, como símbolo de recordatorio.
Las calaveritas literarias son un conjunto de rimas que se componen en un verso literario. Se crean específicamente para alguien, relatando de forma irreverente, con forma de epitafio alguna experiencia, y que simule que la persona haya muerto.
Son muy famosas, y se usan para expresar muchos sentimientos que quizás no se podrían expresar de alguna otra forma. Se suelen acompañar de dibujos de catrinas.
El pan de muerto.
Otro de los símbolos que caracterizan sin duda a esta celebración, es el tradicional pan de muerto u hojaldras. Solamente se consume en época previa a Día de Muertos (desde septiembre se puede encontrar en muchos lugares), y obviamente durante el 1 y 2 de noviembre.
Su origen se remonta a la época prehispánica, en la época de los sacrificios humanos. La leyenda cuenta que una princesa fue ofrecida a los dioses, su corazón aun latiendo se introducía a una olla con amaranto y después se mordía el corazón por quien encabezaba el ritual como señal de agradecimiento.
Sin embargo, cuando llegaron los españoles, rechazaron tales rituales, y el pan evolucionó a uno hecho de trigo en forma de corazón, bañado en azúcar roja que simbolizaba la sangre derramada, y con forma huesos en la parte superior. Actualmente, el círculo que se encuentra arriba, simboliza el cráneo, y se colocan partes a los lados que simbolizan los huesos de los difuntos.
Día de muertos es un conjunto impresionante de sonidos, colores, sabores y olores que llenan el alma y el corazón con tan solo pararse frente a alguna ofrenda o pasear por un campo lleno de flores. Poder ver cómo la gente vive sus tradiciones, es algo maravilloso, y más aún es darse cuenta que lo que hace grande a este país, sin duda es poder seguir manteniendo nuestras tradiciones, no olvidarlas.
La tradición de celebrar a la muerte, es un reencuentro de otro nivel. Celebramos el poder reencontrarnos un par de días al año con las almas de nuestros seres queridos, que vienen a visitarnos. Pero también hay un reencuentro entre los que seguimos en la tierra, al poder fomentar nuestra unión como familias.
En lo personal, Día de Muertos es una de mis tradiciones favoritas, y cada año cuando, desde que llega Octubre yo soy la más feliz de poder tener la oportunidad de ver y disfrutar tan hermosa celebración. Creo que es indiscutible que cada año estamos frente a una de las celebraciones más hermosas de este país, y a pesar que quizás muchos no crean en el cielo, en rezos o en el retorno de las almas, al poder ser parte de Día de Muertos, se acaban vinculando con México de una forma única que genera un conjunto de sentimientos inexplicables.
Los invito a que, si no son de México, vengan a mi país para vivirlo, para sentirlo en cada paso, en cada color y sabor, para fundirse en sus tradiciones y majestuosidades. Vengan a disfrutar de una de las celebraciones más importantes a nivel mundial, les aseguro que no se arrepentirán. Y para todos mis amigos mexicanos, hago una invitación general para que no nos olvidemos de estas hermosas tradiciones, y nos sintamos siempre orgullosos y afortunados de poder vivirla cada año.
En todo el país hay celebraciones, pero hay estados y lugares en los que la tradición de Día de Muertos es mundialmente conocida por sus celebraciones.