¿Dónde se originó el Día de Muertos?
¿Dónde se originó el Día de Muertos? El Día de Muertos es una de las celebraciones más emblemáticas de México, reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Se trata de una fiesta que honra la memoria de los difuntos y que se realiza los días 1 y 2 de noviembre de cada año. Pero, ¿de dónde surge esta tradición? ¿Qué significado tiene para los mexicanos? ¿Cómo se celebra en las diferentes regiones del país? En este artículo te contamos todo lo que debes saber sobre el origen y la evolución del Día de Muertos en México.
El Día de Muertos en el México prehispánico
El culto a la muerte es una práctica ancestral que se remonta a las culturas mesoamericanas que habitaron el territorio mexicano antes de la llegada de los españoles. Los aztecas, mayas, zapotecas, mixtecas, totonacas y otras etnias tenían una concepción diferente de la muerte que la occidental. Para ellos, la muerte no era el final, sino una transición a otro plano de existencia. Por eso, creían que las almas de los difuntos regresaban al mundo de los vivos en ciertas épocas del año para convivir con sus familiares y amigos.
Cada cultura tenía sus propios ritos y ceremonias para honrar a sus muertos, pero en general coincidían en algunos elementos. Por ejemplo, se realizaban ofrendas con alimentos, bebidas, flores, incienso y objetos personales para agradar a las almas y facilitar su viaje. También se practicaban sacrificios humanos y animales para apaciguar a los dioses del inframundo. Además, se creía que el destino de las almas dependía de la forma en que habían muerto, y no de sus acciones en vida. Así, existían diferentes lugares a los que podían ir las almas, según la cosmovisión de cada pueblo.
Los aztecas, por ejemplo, creían en el Mictlán, el lugar de los muertos, gobernado por Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl. Para llegar al Mictlán, las almas debían atravesar nueve niveles llenos de obstáculos y pruebas durante cuatro años. Solo las almas que morían de forma natural podían acceder al Mictlán. Las demás iban a otros lugares según su causa de muerte. Por ejemplo, los guerreros que morían en batalla o las mujeres que morían en el parto iban al Tonatiuhichan, la casa del sol; los que morían por ahogamiento o por enfermedades relacionadas con el agua iban al Tlalocan, el paraíso del dios Tláloc; y los niños que morían antes del bautizo iban al Chichihualcuauhco, un lugar donde eran alimentados por un árbol sagrado.
Los mayas, por su parte, creían en el Xibalbá, el inframundo maya, gobernado por los señores Hun-Camé y Vucub-Camé. El Xibalbá era un lugar tenebroso y peligroso, donde las almas debían enfrentarse a diversas pruebas y castigos. Los mayas también creían que algunas almas podían escapar del Xibalbá y ascender al cielo o reencarnar en la naturaleza. Por ejemplo, los sacerdotes, los guerreros, las mujeres que morían en el parto y los que se sacrificaban voluntariamente podían convertirse en estrellas o pájaros sagrados.
El Día de Muertos después de la conquista española
Con la llegada de los españoles al territorio mexicano en el siglo XVI, se produjo un choque cultural entre las tradiciones indígenas y las creencias católicas. Los españoles intentaron imponer su religión y eliminar el culto a la muerte de los nativos. Sin embargo, no lograron erradicar completamente esta práctica, sino que se generó una fusión entre ambas culturas. Así, el Día de Muertos se adaptó al calendario cristiano y se celebró coincidiendo con el Día de Todos los Santos (1 de noviembre) y el Día de los Fieles Difuntos (2 de noviembre).
Durante la época colonial, el Día de Muertos se mantuvo como una expresión de resistencia y de identidad nacional de los pueblos indígenas. A pesar de la represión y la evangelización, los nativos conservaron algunos elementos de su cosmovisión y los mezclaron con los símbolos cristianos. Por ejemplo, se siguieron haciendo ofrendas con alimentos, flores, velas e incienso, pero se añadieron cruces, imágenes de santos y agua bendita. También se incorporaron elementos como el pan de muerto, las calaveritas de azúcar y el papel picado, que reflejaban la influencia española.
El Día de Muertos en el México contemporáneo
En la actualidad, el Día de Muertos es una celebración que forma parte de la identidad nacional de México. Se trata de una fiesta que reúne a las familias y las comunidades para recordar a sus seres queridos que ya no están. Además, es una manifestación artística y cultural que refleja la diversidad y la riqueza de México. Cada región tiene su propia forma de celebrar el Día de Muertos, según sus costumbres y su historia. Sin embargo, hay algunos elementos comunes que se pueden encontrar en todo el país.
Uno de ellos es el altar u ofrenda, que es una estructura que se monta en las casas, las escuelas, los mercados o los cementerios para recibir a las almas de los difuntos. El altar puede tener diferentes niveles, que representan el cielo, la tierra y el inframundo, o bien los pasos que debe seguir el alma para llegar al descanso eterno. El altar se decora con flores de cempasúchil, que simbolizan la luz y el camino; papel picado, que representa el aire y el movimiento; velas o veladoras, que iluminan y purifican; incienso o copal, que aromatiza y aleja a los malos espíritus; agua, sal y pan, que son elementos básicos para la vida; frutas, dulces y platillos típicos, que son el alimento para las almas; fotografías, objetos personales y calaveritas con el nombre del difunto, que son la forma de recordar y homenajear a los muertos.
Otro elemento es la visita a los cementerios, donde se limpian y adornan las tumbas con flores, velas e incienso. En algunos lugares, se acostumbra a pasar la noche en el panteón, acompañando a los difuntos con música, rezos y convivencia. También se realizan procesiones, desfiles o representaciones teatrales alusivas al Día de Muertos. Por ejemplo, en Pátzcuaro, Michoacán, se hace una ceremonia nocturna en la isla de Janitzio, donde se encienden miles de velas en el lago y se cantan cantos purépechas. En Mixquic, Ciudad de México, se hace un cortejo fúnebre con una figura de cartón que representa a la muerte y se tocan las campanas del pueblo. En Oaxaca, se hacen tapetes de arena y aserrín con motivos alusivos al Día de Muertos y se organizan comparsas con disfraces y música.
Finalmente, otro elemento es la expresión literaria y artística que gira en torno al Día de Muertos. Se trata de obras que reflejan el humor, la ironía y la creatividad de los mexicanos ante la muerte. Por ejemplo, las calaveritas literarias, que son versos satíricos que se burlan de personajes públicos o conocidos; las catrinas, que son figuras femeninas vestidas con elegancia y esqueletizadas, creadas por el caricaturista José Guadalupe Posada; o las películas animadas como Coco o El libro de la vida, que muestran la belleza y el colorido del Día de Muertos.
El Día de Muertos en México es una tradición milenaria que tiene su origen en las culturas prehispánicas que veneraban a sus muertos. Con la conquista española, se produjo una mezcla entre las tradiciones indígenas y las creencias católicas, dando lugar a una fiesta que se adaptó al calendario cristiano y que incorporó elementos de ambas culturas. En la actualidad, el Día de Muertos es una celebración que forma parte de la identidad nacional de México, que reúne a las familias y las comunidades para recordar a sus seres queridos que ya no están, y que se expresa de diversas formas artísticas y culturales en todo el país. El Día de Muertos es una muestra de la riqueza y la diversidad de México, así como de su forma de enfrentar la muerte con humor, respeto y esperanza.