Museo Nacional de Arte (MUNAL) antes de ser museo, fue un hospital
Museo Nacional de Arte antes de ser museo, fue un hospital: Cada que vas al Museo Nacional de Arte ves sus cuadros, su patio o sus impresionantes escaleras, pero el recinto tiene varios secretos que seguro ni te imaginas. Por eso nos lanzamos al museo para conocer la historia del Munal.
El museo es uno de los más visitados de la ciudad y uno de los más importantes, pues es casa del arte mexicano. Además, se encuentra en una ubicación privilegiada, frente al Palacio de Correos, el Palacio de Minería y cerquita del Palacio de Bellas Artes.
La próxima vez que vayas, observa su arquitectura, sus lámparas, sus puertas y las placas conmemorativas que hay en las escaleras, así sabrás un poco más de la historia del Munal.
Conoce la historia del Munal
El Museo Nacional de Arte abrió sus salas en 1982, pero antes de convertirse en museo fue sede de otras instituciones. Todo se remonta al siglo XVII, en el sitio donde se encuentra había un noviciado de La Compañía de Jesús hasta 1767, cuando expulsaron a los jesuitas.
Entonces el lugar quedó desocupado y las autoridades pensaron que sería buena idea utilizarlo con otros fines, así que lo convirtieron en el Hospital de San Andrés. Ahí, además de atender a enfermos, se realizaban embalsamamientos.
De hecho, en la historia del Munal se cuenta cuando Benito Juárez vio por única ocasión a Maximiliano. De acuerdo con Héctor Palhares coordinador de curadores del museo, el emperador estaba colgado de pies para escurrir todos los líquidos del primer embalsamamiento, ahí fue cuando Juárez lo vio y dijo que era más alto de lo que pensaba. Después de un tiempo, el hospital se trasladó a lo que hoy es Hospital General.
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De hospital a museo
Llegaron los festejos por el primer centenario de la Independencia, así que Porfirio Díaz tenía varios planes para celebrarlo en grande. Entre ellos estaba remodelar el edificio de Tacuba 8.
El proyecto fue encomendado a Silvio Contri, un arquitecto italiano que vivió en Francia, por lo que traía las tendencias europeas. La finalidad era rediseñar el edificio para convertirlo en el Palacio de Comunicaciones y Obras Públicas.
La remodelación comenzó en 1904 y terminó en 1911. Consistió en añadirle elementos del renacimiento italiano y el neoclasismo francés. Contri invitó a Mariano Copeddé a colaborar en el proyecto, y él trajo a sus hijos, quienes se encargaron del mobiliario y los frescos que hay en el techo de las escaleras y en el salón de recepciones.
De acuerdo con Héctor, las escaleras que están en el vestíbulo del Munal son las segundas mejores del país, por detrás de las de Palacio Postal y seguidas por las del Museo de Geología. Es una escalera en espiral hecha con mármol y con trabajos de bronce y hierro.
Porfirio Díaz no pudo inaugurar el recinto debido a la Revolución mexicana, quien lo hizo fue Francisco I. Madero en 1911 como la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas. Sin embargo, en 1954 se trasladó a la Narvarte, por lo que el edificio quedó vacío hasta que fue sede del Archivo General de la Nación en los años 70.
En 1982 el edificio fue cedido a la SEP para que se convirtiera en museo: fue restaurado y habilitado con todas las condiciones necesarias para que, finalmente, fuera inaugurado como tal el 23 de julio por José López Portillo.
La casa del arte mexicano
Para que la gente conozca más sobre la historia del MUNAL y el recinto que lo alberga, próximamente se abrirá dentro un museo del sitio, donde habrá fotografías, archivos y objetos originales.
Hace poco el museo abrió nuevas salas, donde se exhibe la exposición “XX en el XXI”, con obras que pertenecen al MUNAL pintadas por Saturnino Herrán, Dr. Atl, José Guadalupe Posada, Tina Modotti, Rufino Tamayo y más pintores.
Uno de los secretos de la historia del MUNAL es su espléndida biblioteca, la cual es pública desde 2013 y que está donde era la oficina del secretario de Comunicaciones. Tiene una gran colección de libros, documentos y revistas, todo en torno al arte mexicano, aunque también hay sobre teología, arquitectura, historia o antropología. El libro más antiguo que tiene es de 1544 y fue escrito por Constantino Cypri. Cualquiera puede acudir a consultar libros, y hay una zona reservada donde se tienen que utilizar guantes y cubrebocas.
Y para no olvidar parte de la historia del MUNAL, el recinto alberga el Museo del Telégrafo, pues ahí acudía la gente cuando era la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas; es independiente al MUNAL y la entrada es por Xicoténcatl.
Datos de su historia arquitectónica
Cimientos de orden y progreso
A inicios del siglo xx, después de una larga época de conflictos políticos y sociales, el general Porfirio Díaz soñaba con una capital moderna que pudiera estar a la altura de cualquier ciudad europea, por lo cual emprendió un complicado proceso de urbanización en el que su Secretaría sería responsable de ejecutar las obras y establecer las funciones de comunicación nacional que su nueva sociedad requeriría.
El terreno que se eligió para que él construyera el Palacio de Comunicaciones perteneció a un antiguo noviciado de La Compañía de Jesús. Con la expulsión de los jesuitas en 1767, el Ayuntamiento tomó control de la propiedad, y para aprovechar este espacio el gobierno convirtió el antiguo noviciado en el Hospital de San Andrés –lugar donde fueron embalsamados los restos de Maximiliano de Habsburgo antes de ser enviados a Europa.
El arquitecto no escatimó en materiales ni recursos, y creó un diseño que combina el renacimiento italiano con el clasismo francés. Contri también decidió dejar espacio para crear una plaza enfrente de la construcción que se ubicaría sobre la Calzada de los Hombres Ilustres –hoy la calle de Tacuba.
La plaza de la Minería –que conocemos como la plaza Manuel Tolsá–, de acuerdo con lo que proyectó Contri, permitiría a la gente acceder fácilmente a la oficina de Telégrafos, y destacaría la edificación para competir con la imponente fachada del Palacio de Minería. A diferencia de otras construcciones del Centro Histórico, Contri diseño dos accesos laterales por calles secundarias del lugar donde está la Secretaría, para dar independencia a la entrada principal.
Las primeras pinturas que decoraron los muros de la construcción se trajeron directamente de Italia, y sus temas correspondían con los ejes positivistas de la administración porfiriana: Progreso, riqueza, arte, ciencia, historia, trabajo. Las pinturas decoraron el Palacio de Comunicaciones durante 50 años, hasta 1954, cuando esta Secretaría la trasladaron a la Colonia Narvarte.
Impulso constructivo
Posteriormente el destino de este edificio se mantuvo en el olvido. A inicios de la década de los setenta éste se dispuso para albergar ahí el Archivo General de la Nación. En 1982, cuando lo trasladaron a la antigua cárcel de Lecumberri, la Secretaría de Gobernación cedió este recinto a la Secretaría de Educación Pública, con el propósito de que fuera un museo. Incluso se rescataron varias esculturas que estaban colocadas en la Alameda, y que sufrían de un notable deterioro, para preservarlas allí.
Cuando por decreto presidencial se estableció que el Antiguo Palacio de Comunicaciones sería un museo, sus primeras exhibiciones tenían las obras de otras instituciones como el Museo de Arte Moderno y el Museo Nacional de San Carlos. Gran parte de su acervo exhibía piezas nacionales del siglo xix, momento histórico en el que a pesar haber producido obras clave de la construcción cultural de la identidad del mexicano, no tenían un lugar para mostrarlas.
En 1999 un preciado tesoro llegó al acervo del museo. La colección de la Pinacoteca Virreinal de San Diego estaba formada por pinturas coloniales rescatadas de congregaciones hospitalarias y conventos, clausurados por las Leyes de Reforma. Estas piezas, las cuales algunas llegaron a la compilación durante la guerra de Independencia, convirtieron al Museo Nacional de Arte en la institución responsable de conservar y exhibir este repertorio de arte colonial, más importante a nivel nacional.
Después del arribo de la colección de la Pinacoteca se hizo evidente la necesidad de darle un nuevo impuso al Museo, por lo que se diseñó el programa munal 2000. La mitad de los fondos para el impulso de este programa los aportó la administración de Ernesto Zedillo, y la otra mitad provino de inversores privados
Las acciones que se llevarían a cabo en este plan iban encaminadas a adaptar el edificio a su función como espacio cultural, con cambios que respetaran su tradición histórica. También se buscaba maximizar la utilidad del recinto para asegurar su continuidad a las nuevas generaciones, y establecer vínculos que pudieran generar un diálogo cotidiano con el público en general, ante la necesidad de privilegiar y difundir su propio acervo.
Gracias a este nuevo esquema se logró optimizar el espacio del Museo Nacional de Arte para ofrecer un recorrido coherente y atractivo a sus visitantes. Hoy el recinto es reconocido como uno de los espacios culturales más importantes de América Latina para la conservación y promoción del arte mexicano. Con una vasta colección de más de 4 mil piezas de arte mexicano, su acervo sigue en aumento a 34 años de su apertura.
Dirección y Horarios
Dónde: Tacuba 8, Centro
Horario: martes a domingo de 10 a 18 h